Se piensa a menudo que las personas con altas capacidades intelectuales (AACCII, en adelante) (superdotados, talentosos, prodigios, precoces y genios) tienen facilidad para destacar en el mundo profesional y que por ende, al ser más inteligentes, acaban autorrealizándose. Pero la realidad no siempre es así.
Entre diversos factores, una identificación temprana mediante el test de CI, una estimulación adecuada y una orientación vocacional (en los casos donde la capacidad se manifiesta más [no olvidemos que un tercio de las personas con estas capacidades, al no identificarse a tiempo, no se desarrollan para nada y tienen problemas para ser felices]) no siempre son suficientes para triunfar profesionalmente.
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